Fueron
muchas las luchas por la Independencia que tuvieron que atravesar hombres y
mujeres que defendieron nuestra Nación.
Un día alguien en
Tucumán abrió las puertas de su casa y de su corazón, para que allí se acunara
nuestra historia.
Los alumnos y alumnas de 1° B y 2º grado nos
ayudaron a recordar los sucesos de aquel inolvidable momento.
“Esta historia sucedió hace muchos años, un
9 de julio de 1816. En una provincia chiquita llamada Tucumán. Allí Doña Francisca Bazán de Laguna, abrió
las puertas de su casa para recibir a los congresales que venían de todas
partes del país..."
“Empezaron
a llegar los congresales, en ese entonces, algunos lo hacían en carretas, otros
a caballo y algunos a pie.”
También
se acercaron las damas y los caballeros…
¡Todos quisieron estar presentes!
“Finalmente
se escuchó el grito de libertad, en aquel 9 de julio de 1816, cuando los congresales firmaron el acta que
declaraba la Independencia.”
Todo
el pueblo celebró en aquella plaza de Tucumán.
¡Todos
somos el pueblo! Nada
nos separa.
Todos
nos unimos en un mismo caminar.
Vamos
adelante con un mismo sueño, con las mismas ganas de triunfar.
Con
las mismas ganas de gritar viva la libertad,
viva la Independencia,
viva la
patria,
viva la paz.
Para ser libres debemos cuidar nuestra Independencia.
Luchamos, cada día, para dejar de depender de aquellas cosas que no nos
identifican como Nación.
Los niños y las niñas soltaron globos NEGROS simbolizando y mencionando todo aquello de lo que tenemos que dejar de depender para poder ser un pueblo realmente independiente.
Pero sí hay alguien de quien siempre necesitamos depender: de DIOS.
¡Dios es Nuestro Padre!
Dios es quien sostiene nuestras vidas con hilos de amor.
Los invitamos a todos a seguir el corazón de Dios.
La lucha por la independencia debe seguir viva en cada acto cotidiano.
La única lucha que se pierde es la que se abandona.