3/31/14

Tercer Evangelio de Cuaresma

El encuentro de Jesús y la mujer samaritana

Del santo Evangelio según san Juan 4, 5-42 (adaptación)

Jesús llegó a una de ciudad de Samaria llamada Sicar...
Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: Dame de beber.

Ella le contesta: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) 

Jesús le respondió: Si supieras quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva. 

Le dice la mujer: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? 



Jesús le respondió:  el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para viva eterna. 

Le dice la mujer: Señor, dame de esa agua. 

La mujer corrió a contarlo al resto del pueblo. Fueron muchos los que creyeron.  Y decían a la mujer: Ya no creemos por tus palabras: nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.



DEL CORAZÓN DE JESÚS BROTA EL AMOR DE DIOS
QUE CALMA TODA NUESTRA SED
En esta Cuaresma, busquemos el agua del amor de Jesús; agua que siempre brota y nos llena de alegría.
Como la mujer samaritana, digamos:
¡DANOS DE TU AGUA, SEÑOR!



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